domingo, 6 de octubre de 2013

AMOR GALLEGO

AMOR GALLEGO

Hola, me llamo Rubén, tengo 18 años y soy de Santiago. Tal vez os estaréis preguntando qué hago yo escribiendo; en vez de estar jugando a la consola o de fiesta con mis amigos como ellos hacen cada sábado. La respuesta es simple: necesito contaros algo maravilloso.
Todo se remonta a Diciembre del año pasado. Yo estudiaba segundo de bachillerato con el propósito de algún día ver realizado mi mayor deseo: estudiar Medicina. Como ya es por todos conocido, este propósito no es fácil, y requiere muchas tardes de esfuerzo a lo largo de un año exigente en todos los aspectos.
Fue en una de esas tardes de estudio, en las que células, sintagmas, filósofos y demás partes del amplio temario saturan tu cabeza, cuando mi vida cambió por completo. Estaba siendo un día muy duro, y pensé que no me haría ningún mal dar una vuelta por el barrio donde vivía, para después poder continuar con mi labor. Me abroché mis botas de cuero, me abrigué debidamente y salí de casa mientras me tomaba el ya tradicional plátano de las seis para activar mis neuronas.
La niebla era extremadamente densa, como el temario de mis libros, pero eso no fue impedimento para proseguir con el plan establecido. A los pocos minutos de empezar con mi paseo por el territorio urbano, fui a topar con esa vecina mía que rondaba mis pensamientos cada vez que hacía un alto en mis tardes de estudio de  historia. Era Serena, esa chica de ojos castaños, cabellos oscuros, labios rojos como el jazmín y piel blanca como la leche. Tenía mi misma edad, y entre sus sueños también se hallaba el estudiar Medicina. Para mí esa chica siempre había sido un ejemplo dentro de las aulas, pues su trabajo y su inteligencia eran sobresalientes; pero fuera de las aulas tampoco era una chica cualquiera. Era amable, sincera, siempre tenía una palabra bonita para cada una de las personas que la rodeaban, y si de algo carecía era de miradas fuera de lugar. Creo que, después de esta descripción, no hará falta que os diga que estaba profundamente enamorado de ella.
Pero esa tarde, el encuentro fue diferente a los que habían mantenido esporádicamente desde años atrás. Esta vez, probablemente a causa de la confianza que me inspiraba el buen primer trimestre que había cursado, me notaba más confiado.
-Hola Serena, ¿qué tal la tarde? ¿Estás despejándote un poco de tanto libro, como yo? – la dije aún con la respiración entrecortada.
-Hola Rubén, no te había visto llegar. Sí, estoy despejándome un poco también. Es necesario en un curso como el nuestro – respondió ella con esa voz que parecía provenir de un ángel.
Quizá lo que sucedió a continuación no es la forma más común de acercarse sentimentalmente a una chica, ni la más ortodoxa, pero yo me muevo por estímulos que muchas veces no puedo reprimir, y esta fue una de esas veces en las que no me pude controlar.
-Serena, sé que con la carga que llevamos apenas nos queda tiempo para evadirnos un poco de los estudios pero, ¿qué te parecería cenar conmigo en un restaurante un día durante el parón navideño? Llevamos mucho tiempo siendo amigos y siempre he tenido el deseo de comer contigo. ¿Qué me respondes? – la pregunté sin pararme a pensarlo un minuto.
Serena, tras pensárselo unos minutos, accedió a mi invitación.
Y pasaron los días; los cuales se me hicieron eternos esperando y preparando cautelosamente la ansiada comida junto a ella. Y llegó el día.
Ella llegó al restaurante “Le Petit Coeur” puntual, ataviada con sus mejores galas. Nunca había estado tan guapa, y además se la notaba feliz. Todo se desarrolló según el plan: las velas y la música creando un agradable y místico ambiente, la conversación era fluida, y la comida, aunque cara, era exquisita. Era turno para el momento estrella: la declaración, todo a una carta, ¿podría conservar mi amistad con ella a pesar de que ella no quisiera salir conmigo? ¿Me volvería a mirar igual, o  por el contrario me vería como a un rarito al que evitar? Bufff, cuanta tensión concentrada en tan poco tiempo. Me armé de valor, y la dije:
-Serena, eres la chica más impresionante del mundo. Te digo esto porque te conozco desde la guardería y siempre has tenido algo especial, ese toque mágico que convierte a las personas “excelentes” en “perfectas”. Hasta ahora me ha dado vergüenza decirte esto porque pensé que podrías dejar de hablarme y verme como a uno más en este “mundo de  masas”. Pero confío en que yo haya causado en ti alguna sensación especial a lo largo de estos años. Te quiero Serena, desde hace mucho, pero ahora más que nunca. Por eso te pregunto, ¿te gustaría ser mi novia?
La respuesta de Serena fue rápida, ella sabía que esto podía ocurrir y traía su respuesta ensayada de casa. Bebió el último trago de su copa de champagne y comenzó a hablar:
-Rubén, siempre he sabido que este momento podría llegar. Mi respuesta nunca es un “No sé”, ya lo sabes, y esta vez no será diferente. Pero la respuesta, aunque está tomada, no te la daré estas navidades.
Tras esta comida, pasaron los meses, y seguía sin recibir una respuesta.
Un día de Mayo, impaciente ya por conocer la respuesta, me acerqué por su casa una tarde para preguntarla cuando podría conocer su voluntad. Ella respondió sin indirectas:
-El primer día de clase de Medicina, cuando te vea sentado al lado mío, te lo diré. Hasta entonces, has de intentar demostrarme que eres el indicado para que yo ese día te entregue la llave de mi corazón.
Esta respuesta me dejaba dos objetivos bien diferenciados: el primero y más evidente, había que entrar en Medicina, había que bordar la Selectividad. El segundo consistía en demostrar que yo sabía lo que ella buscaba en un hombre, y demostrar por ende que yo poseía dichas facultades.
Durante el siguiente mes me centré únicamente en el objetivo de la Selectividad y el acceso a Medicina, que tanto ella como yo logramos sobradamente debido al duro trabajo y a la cantidad de horas invertidas en el estudio para poder tener plaza en esa carrera vocacional con la que siempre habíamos soñado.
A partir de entonces, y una vez conseguido el pase al Grado de Medicina, traté en exclusiva de demostrarla que yo era lo que ella quería. Yo la perdí de vista todo el verano puesto que ella había sido seleccionada para realizar un viaje a Estambul como premio por su alto rendimiento académico, ligeramente superior al mío. Allí estuvo los 3 meses que dura el verano, con un grupo de estudiantes de también altas capacidades, aprendiendo acerca de la cultura turca. Y yo en casa siempre con la misma pregunta en la cabeza: ¿Y si alguno de esos estudiantes es capaz de aportarla aquello que ella quiere antes de que yo tenga tiempo de demostrárselo?

Una semana antes del inicio de la Universidad tuvimos tiempo para quedar a tomar un café con vistas a la catedral en la plaza del Obradoiro. La pregunté por el viaje, a lo cual ella me respondió que si tuviera la oportunidad, lo repetiría al año siguiente, y al próximo, y al próximo… lo cual acrecentó mis dudas. Quizás había encontrado en tierras turcas lo que buscaba. A fin de cuentas, ¿quién era yo para que ella se enamorase de mí? ¿Qué tenía yo de especial? Nada, solo era un buen estudiante con una buena nota, pero fuera de esa faceta de estudiante, yo me consideraba bastante ordinario.
Pasó la semana, y llegó el día de volver a colgarse la mochila sobre los hombros y empezar a formarse como futuro médico. Ese día habíamos quedado Serena y yo para la respuesta final en “Le Petit Coeur”, igual que el día en que todo empezó hacía ya más de 8 meses. Justo al finalizar el último sorbo de la copa de champagne ella comenzó a pronunciar su respuesta:
-Rubén, has sido muy buen estudiante el curso pasado y ahora estás cumpliendo una parte importante de tu sueño, que era estudiar Medicina. No obstante, hace ya casi un año me comentaste que tú sueño estaría solamente completo si yo estuviera a tu lado como pareja. Yo te prometí responderte hoy, y así lo haré. Mi respuesta, por mucho que te sorprenda, es un SI. Durante el tiempo que estuve fuera en Turquía me di cuenta de que a pesar de que mis compañeros de viaje eran increíbles, siempre me faltó algo. Al principio pensé que se trataba del jamón, del pulpo o de la tortilla que tanto añoraba. Luego pensé en mi casa, pero tampoco era eso, porque las comodidades que nos ofrecían eran de gran calidad. Hasta que al final caí en la cuenta de que quien me faltaba era esa persona que me había ayudado, sin pedir nada a cambio, a conseguir cada uno de mis objetivos en mi vida y, en consecuencia, a ser feliz. Eras tú Rubén, durante el tiempo que pasé lejos de Galicia extrañé tu sonrisa, buscaba ese “Estás guapísima” de cada mañana en el instituto, pero no lo encontraba, y buscaba esa mirada única que solo encuentro en tus ojos. “No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta”, y eso es lo que sentí durante ese viaje, tu ausencia. Solo contigo ese viaje hubiera sido perfecto. Te Quiero Rubén.
Yo tenía los ojos encharcados de la emoción con la que iban cargadas esas palabras. No esperaba ni por asomo esa respuesta afirmativa, y ni podía soñar con recibir además esa justificación que ella acababa de dar. No hizo falta decir nada mas, después de su “Te Quiero” reinó el silencio como ya es típico en este tipo de situaciones, y tras secarme los ojos con un pañuelo que ella me había ofrecido, la comisura de sus labios se topó con la mía estableciendo  el sello del que desde entonces es ya “nuestro amor”.
Hoy, 20 de Septiembre de 2012, Serena y yo cumplimos un año juntos, y por eso me he decidido a plasmarlo todo sobre un papel, para no olvidarlo nunca, pase lo que pase. También puede servir de guía para algunos “novatillos del amor” que quizá hoy se estén conociendo en algún lugar del mundo, y tal vez empiecen  a sentir esto tan bonito de lo que tanto Serena como yo disfrutamos cada día. A esos chicos y chicas que hoy dan sus primeros pasos en este mundo de la atracción mutua, decirles que nunca se rindan, porque el amor…


…EL AMOR LO ENCUENTRAS CUANDO MENOS TE LO ESPERAS

1 comentario:

  1. Hola!!!
    leer este relato con la música de Le jardin de l'esperit es una gozada!
    sigue así !
    te invito a pasarte por el mío si te apetece :D

    un saludo!

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